Un cura de pueblo comenta las primeras lecturas del tiempo ordinario.

martes, 1 de marzo de 2011

Lectura del libro del Eclesiástico.

Semana VIII
Lunes
Sir 17, 20-28

Está de moda decir yo no me arrepiento de nada. Es una insensatez. Quienes dicen eso, o no saben lo que es el arrepentimiento o se creen perfectos porque arrepentirse es reconocer el mal que hemos hecho, y sentirlo. No se nos pide demasiado: A los que se arrepienten Dios los deja volver... Vuelve al Señor, abandona el pecado, suplica en su presencia y disminuye tus faltas... El arrepentimiento sincero va acompañado de un propósito de la enmienda, al menos de un deseo de abandonar el pecado que es un Abismo. En el Abismo, ¿quién alaba al Señor? Y no cualquier abismo, sino un abismo de muerte: El muerto, como si no existiera, deja de alabarlo, el que está vivo y sano alaba al Señor.
El arrepentimiento es sensatez y nos conduce a Dios.

Martes
Sir 35, 1-15
Se nos habla aquí de ofrendas y de sacrificios que enriquecen el altar: sacrificios de Acción de Gracias, de expiación, de alabanza... ofrendas memoriales, ofrendas de flor de harina.
Y se nos dice en qué consisten:
En observar la ley,
en guardar los mandamientos,
en hacer favores,
en dar limosna,
en apartarse del mal y de la injusticia,
No te presentes a Dios con las manaos vacías... Siempre podrás hacer la ofrenda de los pobres. La que hicieron, por ejemplo, Santa María y San José.
También se nos dice cómo hacerlo:
Con generosidad, sin mezquindad y poniendo buena cara.

Miércoles
Sir 36, 1-2a. 5-6. 13-19

No podemos deshacernos del Antiguo Testamento. No podemos leerlo sin pensar en Cristo. Esta hermosa oración anuncia la oración de Cristo que pide al Padre que manifieste su gloria, que reúna a los que andan dispersos...
Sálvanos, Dios del universo...
reúne a todas las tribus de Jacob...
ten compasión del pueblo que lleva tu nombre...
Para que no dejemos de orar así se nos ha dado la Misa.