Un cura de pueblo comenta las primeras lecturas del tiempo ordinario.

miércoles, 2 de junio de 2010

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo.

Semana IX
Miércoles
1, 1-3. 6-12

Se interrumpe ahora la lectura de las cartas católicas. Hasta el sábado leeremos la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo: cuatro días, cuatro capítulos.
Es la segunda de las tres cartas "pastorales". Pablo, prisionero en Roma, habla de algunos que lo han abandonado, pero recuerda también a los que lo acompañan sin avergonzarse de sus cadenas.
Se dirige a Timoteo y le recuerda cómo, por la imposición de sus manos, recibió no un espíritu de timidez, sino de fortaleza, caridad y templanza.
Con esa fuerza Timoteo debe evangelizar sin avergonzarse de Cristo y guardar el buen depósito.
Sé de quien me he fiado -dice san Pablo. Esas palabras tienen una fuerza especial cuando se dicen en medio de la tribulación. No me siento derrotado pues sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día el encargo que me dio.
Sus palabras han inspirado el canto que, a menudo, nos ayuda durante la acción de gracias de la misa:
Yo sé de quién me he fiado.
Yo sé que es grande su poder.
Yo sé que es fiel y que me ama.
Él me guarda siempre.

Jueves
2, -8-15

En el segundo capítulo -el más largo- el apóstol encarga a Timoteo que confíe el evangelio a hombres fieles que, a su vez, sean capaces de enseñar a otros. Timoteo debe compartir el sufrimiento con Pablo como un noble soldado de Cristo Jesús, con la fortaleza de un soldado o de un atleta, con la paciencia del agricultor que espera beneficiarse de los frutos.
San Pablo está en la cárcel pero la palabra de Dios no está encadenada, y da cinco consejos a Timoteo:
1. Que evite las discusiones sobre palabras.
2. Que se presente ante Dios como un hombre honrado y trabajador.
3. Que exponga rectamente la doctrina verdadera.
4. Que evite las conversaciones profanas e inútiles.
5. Que corrija con mansedumbre.
No se debe añadir nada a la Sagrada Escrritura, pero no nos apartamos mucho de ella si, como resumen de todo eso, pedimos a Dios para el predicador del evangelio la ejemplaridad amable y elocuente de santa María y de san José.

Viernes
3, 10-17

En el capítulo 3 san Pablo describe al cristiano que conserva ciertos formalismos de la piedad pero ha renegado de lo esencial. Dice de él que siempre está curioseando y que es incapaz de conocer la verdad.
Santo Tomás explicaba que la curiosidad es un vicio opuesto a la estudiosidad. El que estudia se compromete seriamente con la verdad, se empeña en conocerla. En cambio, el curioso divaga sin detenerse nunca en nada, sin profundizar en nada, sin comprometerse con nada. Y no desea tanto conocer la verdad cuanto servirse de ella.
El maestro debe ser, también, testigo de la verdad y ser probado en la fe, en la paciencia, en la caridad y en la constancia. pues todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo serán perseguidos.
A Timoteo, que conoce desde niño la Sagrada Escritura, le recuerda san Pablo que esa Escritura puede darle la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús.
Nosotros no buscamos otra sabiduría.

Sábado
4, 1-8

Llegamos hoy al final de esta segunda carta a Timoteo. San Pablo le pide que se apresure a visitarlo porque solo Lucas lo acompaña. Le ruega que lleve consigo a Marcos. Es un bonito detalle que indica que san Pablo podía tener genio, pero también tenía un corazón noble y no era rencoroso.
Debía ser, además, algo despistado porque se dejó la capa en Tróade como nosotros solemos dejarnos el paraguas en cualquier sitio. Y no solo la capa, sino los libros.
Para Timoteo -y para todos- hace san Pablo una terrible confesión de soledad: Nadie me apoyó en mi primera defensa sino que todos me abandonaron. Sin embargo, en esa soledad, en ese abandono por parte de los hombres, se manifiesta Dios: Pero el Señor me asistió y me fortaleció. En realidad no estaba solo, como no lo estaremos nosotros si, sabiendo de quién nos hemos fiado, esperamos con amor la venida de Cristo.

2 comentarios:

  1. Hoy he leído esta lectura en la misa de Uni, y luego comentandolo con Juan Damián (el capellán) se lo decía, es una de las lecturas que más me gustan.

    "Si morimos con él, viviremos con él"

    Pero qué dificil es morir por él....

    Un abrazo!

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  2. Una cosa es "morir por él". San Pedro aseguraba "daré mi vida por ti", y le fallaron las fuerzas.
    Otra cosa es "morir con él". Eso, en cierto modo, se nos ha dado en el bautismo. ¿No lo actualizamos cada vez que vencemos la tentación y vivimos lo que el Catecismo llama "la vida en el Espíritu"? También su testimonio cristiano en la Onu, perdón, en la Uni, es un vivir con él... justo en la medida en que es un morir con él. Otro abrazote para usted.

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